jueves, 17 de abril de 2008

"La hora del lobo", 1967, Ingmar Bergman.

VAMOS A PONERNOS FRÍVOLOS: HABLEMOS DE BERGMAN.

Creí que iba a hablar de otras cosas, a decir otras cosas de esta película, maravillosa e inagotable –y agotadora en algunos sentidos también, jajá-. Pero me ha salido esto, será porque está lloviendo. Me quedo con más cosas que decir, pero me he aburrido a mí misma. Ya sé que no me hago la mejor propaganda pero es que es verdad, así que si estáis contemplando seriamente la posibilidad de suicidio leed mi texto, os dará fuerzas…para dar tan importante paso.


1. EL EMBUSTE SINCERO. La narración se revela como tal, el mecanismo ilusorio se explicita, se destapa, pero sin complejo de culpa, todo lo contrario: se reivindica orgullosamente y exclama su naturaleza, al tiempo que establece una distancia infinita entre nosotros y sí mismo que no dejaremos de intentar transgredir. Porque al fin y al cabo eso es lo que queremos, que la mentira nos mienta, y creerla por noventa minutos, o por lo que sea. Es nuestro derecho, nuestra fe atea. Y nos revelamos contra su tiránica sinceridad que nos deja a nosotros solos y a ellos muertos.

2. LA ISLA. Nuevamente la isla, como él en su Faro. No isla como ubicación geográfica, sino más bien como ubicación psicológica o lugar mental, como territorio habitado por la psique si se quiere. Tierra de nadie en la que vive el demiurgo, el Yo solitario, inalcanzable, aislado.

3. LIV. Como mucho tiempo después, en Saraband, pero aquí joven, sin las huellas del camino en su cara. En una hermosísima primera escena que es además un impresionante ejercicio de síntesis narrativa, Alma cuenta todo lo que debemos saber para empezar: pasado, presente, e incluso futuro. Detrás el viento sopla. En una de las más bellas declaraciones de amor de la Historia del cine, en la escena del teatrillo, uno de los personajes pregunta “¿Está vivo el amor?”, Bergman contesta: primer plano a Liv (no a Alma, a Liv), embarazada en esos momentos del propio director. Y ese plano final en el que dirige su mirada interrogante a la cámara, nuevo intento por acortar las distancias, y pide ayuda, pero ella es una ficción, ya fuimos advertidos, así que no queda más que levantarnos y salir de la oscuridad de la sala. Alma sale una y otra vez del oscuro fondo del fotograma hacia el frente, literalmente, empeñada en recorrer esa distancia infinita de la que hablábamos, como si quisiera que la tocáramos, agrandándose su figura ante nuestros ojos. Quizá Alma no sepa que es una ficción. Quizá Alma no sabe que está muerta. Quizá no lo está. ¿Cuál es nuestra relación con el relato? ¿Qué cabe hacer?.

4. RETRATOS. La mirada traspasa incluso sus pieles. No es una colección de rasgos o gestos, ni la voluntad de encerrarlos en el cuadro para preservar a los fantasmas ficcionales del tiempo, es una rigurosa indagación cuasi policíaca. ¿Qué podemos saber de un rostro? ¿Qué podemos saber del otro? ¿Cabe pensar que ‘conocemos’ a alguien? ¿Es accesible la naturaleza íntima de cualquier persona?. El misterio no está fuera, en las estrellas, en la negrura de la eternidad cósmica, el misterio está aquí, inasible, incomprensible. El misterio es tu cara.

5. LOS FANTASMAS. Sí, caníbales. Pero no hay nada de mórbido en estos espectros, todo lo contrario, hay algo muy vivo en ellos. No son almas en pena, reductos ectoplásmicos de unos cuerpos muertos que vagan eternamente atormentando a los vivos. No están fuera, están dentro. Son nuestras propias creaciones, parte integrante de nuestra realidad, y lo digo otra vez, realidad, interna. Encarnación antropófaga del miedo, la culpa, los deseos -reprimidos o no-, y la redención, herencia quizá de la metafísica religiosa. Y estos sí que dan miedo. Porque no nos esperan al otro lado de la puerta en la oscuridad de una noche de tormenta para perseguirnos por el pasillo, están aquí dentro, en alguna parte, pero dentro, y por más que corras no los zafas. ¿Cómo huir de uno mismo? ¿A dónde te vas entonces?. Si como Johann, tomas la pistola, y disparas al único nexo terrenal que te queda, eliges. La gran metáfora de la autodestrucción otra vez. Aunque es probable que lo supiésemos desde el mismo momento en que vemos a Alma y a Johann descender de la caróntica barca, y supiésemos entonces que a la otra orilla esperaba nada más que la muerte.

6. LA REALIDAD. Nuestra noción de la realidad respecto del relato, la noción de realidad de los personajes respecto de su narración, nuestra noción de realidad respecto de nuestra propia realidad, la noción de realidad del director respecto de su propia realidad ficcional construida…se van trazando hilos infinitos, como agujeros de gusano, cuyas intersecciones, si las hubiese, desconocemos. En definitiva la dialéctica realidad/ficción. En definitiva la crisis existencial de la palabra realidad, que parece no creerse a sí misma, la consumación fatal de su muerte por asesinato.

7. Que esta peli me encanta, y me hace delirar sin remedio, aunque diga tonterías, me da igual. Prefiero aspirar penosamente a una trascedentalidad que soy incapaz de alcanzar que quedarme como estoy.


viernes, 11 de abril de 2008

Las películas que odiamos.


Porque tan interesante es a veces amar como odiar, y porque cine como éste hace que nos guste aún más el otro, ahí va una pequeña muestra de las películas que más he aborrecido. No es que sea mi top tep, son las que acuden a mi mente ahora:
- La vida es bella
Patético.
- Mar adentro
Don Ramón aún debe estar revolviéndose en su tumba.
- Wild Wild West
Insoportable.
- Titanic
Puta Celine Dion puta Celine Dion puta Celine Dion y encima me sé la cancioncita de los cojones niiiiiiiir faaaaaar guereeeeeever yu aaaar.
- Men In Black
Joé Will Smith, lo estás petando.
- Babel
Porque ya estoy un poquito cansada de que me den lecciones de vida.
- Gato negro, gato blanco
Esto es ya por provocar un poquito.
Así queda porque ya paso de armagedones, ace venturas y demolisions man.
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